
Una interesante posibilidad se abre para los científicos respecto de estudiar los posibles estragos que el efecto invernadero tendrá en nuestro planeta. Así es, tomando en cuenta que nuestros vecinos más cercanos (Venus y Marte) sufren las consecuencias del calentamiento global, por causas que aún se desconocen.
El planeta Venus, visto por los astrónomos como un “gemelo astral” de nuestro planeta, dadas sus similitudes en volumen y masa, presenta condiciones climáticas adversas a la vida humana. Las causas de la problemática que experimenta el cuerpo celeste, conocido por los observadores simples como “lucero de la mañana”, se deben a su atmósfera densa – mucho mayor a la terrícola -, que concentra grandes cantidades de bióxido de carbono (96 %). Este elevado porcentaje genera un fuerte calentamiento global, llevando a la superficie venusiana a presentar temperaturas de más de 460º.
El caso de Marte, pequeño planeta rojizo que ha inspirado en los escritores contemporáneos las más fantásticas aventuras, es distinto, ya que su atmósfera es considerablemente menos densa que la de nuestro planeta. Su reducida fuerza de gravedad haría imposible que se repitiera el caso de Venus. No obstante, su mínima cantidad de bióxido de carbono está congelada en el suelo y su temperatura promedio es de poco menos de 50º.
No obstante ello, en la conferencia “La física y la biología para hacer Marte habitable” patrocinada en 2001 por la NASA, especialistas plantean soluciones que permitan hacer la atmósfera del cuarto planeta más amable con la vida humana. Para ello, curiosamente, se requerirían los mismos gases que actualmente preocupan en la actualidad, aquellos que están provocado el tan temido calentamiento global en la Tierra, nuestro hogar.
Al inyectar suficientes gases en la atmósfera marciana, a fin de crear un efecto invernadero imparable, Marte evaporaría el bióxido de carbono atrapado en hielos, y estos gases contribuirían a mantener el planeta caliente.
Sin embargo, esto no es garantía de que el planeta pudiera acoger en un futuro a la humanidad, ya que no existe ninguna certeza de que se caliente lo suficiente. Se desconoce la cantidad de bióxido de carbono presente en la superficie, y por tanto, cuánto se debe calentar Marte para que lo llegue a liberar.
Margarita Marinova - estudiante universitaria del MIT, referida en la página ciencia.nasa.gov - cree tener respuesta a esta encrucijada, planteando el uso de perfluorucarbonos (PFC’s). Estos son gases súper invernadero, es decir, con pocos de ellos se puede calentar mucho. Tienen larga duración, lo que podría provocar serios problemas en la Tierra, pero que en Marte puede generar efectos positivos. Además, los PFC’s no ocasionan daños a organismos vivos.
Cabe destacar que el efecto invernadero tiene su origen en fenómenos naturales: la luz del Sol que alcanza los planetas es visible y ultravioleta. El planeta absorbe esta energía solar y la irradia de regreso a la atmósfera en forma de radiación infrarroja. Si hay presencia de numerosos gases (sean naturales o producidos por el hombre) en la superficie planetaria, estos la atrapan, trabajando como una capa aislante e impidiendo su regreso al espacio.
El calentamiento global por causa de este efecto podría causar estragos en nuestro planeta y en nuestro modo de vida. Es por ello que resulta fundamental la búsqueda de soluciones para frenar este problema. Si es posible utilizar el caso de nuestros vecinos y revertir los daños que estos mismos padecen por esta causa, habremos avanzado en la búsqueda de medidas de contención. Y, por último, tendremos la posibilidad – fantástica, pero no por ello irreal – de “limpiar” un planeta que nos albergue ante una eventual hecatombe.
El planeta Venus, visto por los astrónomos como un “gemelo astral” de nuestro planeta, dadas sus similitudes en volumen y masa, presenta condiciones climáticas adversas a la vida humana. Las causas de la problemática que experimenta el cuerpo celeste, conocido por los observadores simples como “lucero de la mañana”, se deben a su atmósfera densa – mucho mayor a la terrícola -, que concentra grandes cantidades de bióxido de carbono (96 %). Este elevado porcentaje genera un fuerte calentamiento global, llevando a la superficie venusiana a presentar temperaturas de más de 460º.
El caso de Marte, pequeño planeta rojizo que ha inspirado en los escritores contemporáneos las más fantásticas aventuras, es distinto, ya que su atmósfera es considerablemente menos densa que la de nuestro planeta. Su reducida fuerza de gravedad haría imposible que se repitiera el caso de Venus. No obstante, su mínima cantidad de bióxido de carbono está congelada en el suelo y su temperatura promedio es de poco menos de 50º.
No obstante ello, en la conferencia “La física y la biología para hacer Marte habitable” patrocinada en 2001 por la NASA, especialistas plantean soluciones que permitan hacer la atmósfera del cuarto planeta más amable con la vida humana. Para ello, curiosamente, se requerirían los mismos gases que actualmente preocupan en la actualidad, aquellos que están provocado el tan temido calentamiento global en la Tierra, nuestro hogar.
Al inyectar suficientes gases en la atmósfera marciana, a fin de crear un efecto invernadero imparable, Marte evaporaría el bióxido de carbono atrapado en hielos, y estos gases contribuirían a mantener el planeta caliente.
Sin embargo, esto no es garantía de que el planeta pudiera acoger en un futuro a la humanidad, ya que no existe ninguna certeza de que se caliente lo suficiente. Se desconoce la cantidad de bióxido de carbono presente en la superficie, y por tanto, cuánto se debe calentar Marte para que lo llegue a liberar.
Margarita Marinova - estudiante universitaria del MIT, referida en la página ciencia.nasa.gov - cree tener respuesta a esta encrucijada, planteando el uso de perfluorucarbonos (PFC’s). Estos son gases súper invernadero, es decir, con pocos de ellos se puede calentar mucho. Tienen larga duración, lo que podría provocar serios problemas en la Tierra, pero que en Marte puede generar efectos positivos. Además, los PFC’s no ocasionan daños a organismos vivos.
Cabe destacar que el efecto invernadero tiene su origen en fenómenos naturales: la luz del Sol que alcanza los planetas es visible y ultravioleta. El planeta absorbe esta energía solar y la irradia de regreso a la atmósfera en forma de radiación infrarroja. Si hay presencia de numerosos gases (sean naturales o producidos por el hombre) en la superficie planetaria, estos la atrapan, trabajando como una capa aislante e impidiendo su regreso al espacio.
El calentamiento global por causa de este efecto podría causar estragos en nuestro planeta y en nuestro modo de vida. Es por ello que resulta fundamental la búsqueda de soluciones para frenar este problema. Si es posible utilizar el caso de nuestros vecinos y revertir los daños que estos mismos padecen por esta causa, habremos avanzado en la búsqueda de medidas de contención. Y, por último, tendremos la posibilidad – fantástica, pero no por ello irreal – de “limpiar” un planeta que nos albergue ante una eventual hecatombe.

No hay comentarios:
Publicar un comentario